En la tiendita de la vida se probo cuanto cuerpo quiso.
Cada vez que se colocaba uno se miraba de arriba a abajo para saber cuan bien o cuan mal le quedaba. Había de todo y en todos los talles, precios, materiales y colores.
Desfilo frente al espejo social centenares de modelos; pero ninguno le convenció. Cuando ya no hubo mas ganas y solo agotamiento eligió entre los accesorios un ALMA, por la sola razón de comprar algo.
Pagó con tarjeta de crédito y se fue.
9 comentarios:
Creo que así perdí mi alma cierta vez...
p/d Confieso que no la vendí, se la entregué a un desALMAdo.
Besos
que queda de nosotros cuando nos quedamos sin alma?
No sabía que existía el tráfico de almas. Qué terrible.
Abrazos, ¡genio!
Eso es una buena compra... aunque sino compró el cuerpo, ¿dónde colocó el alma?
Pregunta casi filosófica, jajaj.
Un abrazo!
Se te atragantan los acentos... no te asomes al "hoyganismo", coraje y cuidado, con eso bastará.
Suerte.
Tal vez despues se dio cuenta de que fue la mejor compra de su vida, o al menos eso espero.
Pondre chonguitos!
Un beso.
Es una alegoría perfecta. Sin duda se quedó con el mejor complemento, la parte espiritual e inmortal del hombre, capaz de entender, querer y sentir. Me ha gustado mucho (aunque he tardado en venir... una falta por retraso je,je).
saludos.
y que paso con su alma que debio comprar una nueva ... nunca compres solo por comprar... quedaras insatisfecha te lo aseguro...un abrazo..
LEDESKA
Esa banal adquisición explicaría muchas futilidades de la vida moderna (y antigua también).
Saludos
J.
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